Si no eres nada sino en mí mi sima,
Si no eres nada sino mi peligro,
Si no eres nada allá sino mi paso,
Que vengan todos, con su hedor y siglo.
¡Que venga el extranjero que me extraña!
¡Que venga el mal hallado!
¡Que baje el buey subido desde arriba
El del belfo verde, desde humano vacío!
Y que ronca y remira porque nace
De vientre ajeno, que jamás es mío.
¡Aquí estoy muriéndome!
¡Así es toda mi vida!
¡De buey que rumia y que remira
Y de yo que agoniza, que agonizo!
Tú no eres bello porque no soy bello,
Yo Mismo. Eres apenas profundo estar arriba
De todo un vuelo interminable
Y que bate todavía.
Eres el ala que voló.
Cuando tú mueras, morirá el Hongo.
Y morirá el Aire. Y morirá el Día.
¡Pero será la Noche, el otro tiempo
De vivir la vida!
¿Y cuándo volveré a donde nunca estuve?
¿En transporte de orgasmo y alegría?...
¿Cuándo será mi ser? ¿Cuándo mi mano
Ha de asir su ventura fortuita?
Pero tú, Machu Picchu,
Te yergues sobre mí, porque vacilas.
Ante esta roca, que te está mirando;
Y que te ve;
Y que te ve, tremenda por un solo ojo
De mil pies;
Ante estga roca, huir es imposible
Y hay que deshacer y renacer.
Porque ser es necesario.
No hay otro modo de no ser y renacer.
¿Y si no eres, qué eres, qué serás, qué dios,
Qué intenso ser
Te arrastrará en su furia?
¿Qué es la inteligencia del no saber?
¿Qué sabes tú de lo que no sabes?
Machu Picchu sabe lo de después.
LA SORPRESA
Todo era exacto bajo el estupor,
Muerte sobre la vida,
Piedra sobre la piedra,
Pero yo estoy al otro lado,
Yo no sé nada de conciencia.
La tristeza es realidad,
Es como el perro o el mendigo en la calle
Es como tú eres una montaña
Y alguna mano de los tantos pares.
Cuando tú mueras, Machu Picchu,
Piedra desigual entre las iguales;
Cuando huya el Hombre;
Cuando huya el Angel;
Cuando todo sea como que yo pienso,
Por quien me afano entre los afanes,
Algo ha de ser entre golpe y golpe,
Algo de entre la camisa y la carne.
Cuando todo sea verdaderamente
Machu Picchu, tú ven a buscarme.
¡Ser, sólo ser, y siempre ser,
Uno solo ante el Universo!...
¡Lejos del Otro!...
¡Lejos del Tiempo!
Ser como yo nací
Ser como yo lo siento
Serme sin rosa alguna
Serme eterno...
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LA PRESENCIA
¿Qué es la presencia, Machu Picchu?
¿Eres la roca o el aluvión?
¿Eres el tejado o el gato?
¿Eres mi cuerpo o mi amor?
Cuando yo baje por tu madre sabida,
¿Quién seré yo?
Sí, todo era como entonces,
Todavía antes del principio
Eran roca y ser, de donde aún nace
Y sangra el deliberado sacrificio.
Todo eres
Como el labio del recién nacido,
Desdentado o como el del viejo
De la parábola del cigarrillo.
¿Cuándo y cómo eres humano,
Yo el solo humano, y tú humano y mío?
¿Y qué diré si la palabra
Que pesa y pasa tan poco como tu equilibrio?
¿Qué diré sobre tu edad?
¿Qué diré sobre tu río?
¿Qué diré de la indiecita adolescente
Que se baña en chorro, planta de alarde sin sentido,
Desnudez sin amor y sin odio,
Exasto y perfluo y hediondo y oscuro río?
Pero tú estás, piedra de cerco
De todo, límite inmenso y exiguo,
Palabra precisa,
La que yo rehuyo y persigo,
Celestía concreta, duro abatimiento,
Signo...
Carne fétida que dice que es la vida,
Y la vida eres tú, piedra sucia e inodora
Y en tu modo de mirarme, bruta y lírica;
Piedra humana, tremendamente humana,
Toda de terror y de delicia...
¡Tú que bajas del piso quincuagésimo,
Tú, par de ojos de estupor y malicia,
Tú que traes en el maletín,
Tu muerte y tu vida,
Y tu imagen y tu kodak,
Y tu verdad y tu mentira!...
¡Tú, manera de ser ante lo eterno,
Fotograbado y melancolía,
Y enterameante de aquello de que dudo,
Y seguir adelante con el guía!...
¿Cuándo, Machu Picchu, cuándo
Montaña, llegaré a la orilla?
Pero cuando tú mueras, Machu Picchu,
Dóinde me ir´, con qué iré, con mi sonrisa
Y con mi carne y con mi hueso y con mi casa
Y con mi herejía,
Y con mi traducir lo del latín gorrión,
Y con mi misa,
Y con no sé qué porque me llegó la tarde del ser
Al no ser la lhora
Al caerse de abajo la vida.
¡Y este no ser nada sino hablar ante el verso!...
¡Y este temblar ante Dios que es la vida!
¡Y este mirarte y muerte, Piedra
De allá arriba!...
¡Este sentirse uno Dios ante la propia conciencia
Y ante la propia herejía!...
¡Este haberte hecho un humano como yo,
Que no era el Profeta de la Biblia,
Ni el Hombre de las Nieves,
Ni el Gorila!...
¡Este tu ser a mi medida humana,
Sin suelo, sin habitantes y con sola tu agonía!
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- MARTÍN ADÁN (Perú)
MARTÍN ADÁN (Lima, 1908-1985). La poesía de este autor se caracteriza por su hermetismo. Existe un gran trabajo del mundo subjetivo y una ruptura de los moldes formales de la vida y la poesía, hasta los límites de la fantasía plena y del extravío. Su obra poética comprende: La rosa de la espinela (1939), Travesía de extramares (1950), Escrito a ciegas (1961), La mano desasida (Canto a Machu Picchu) (1964), La piedra absoluta (1976), Obra poética (1980).